El corazón de Bélgica servido en bandeja de oro.
Bruselas fue fundada hace más de mil años y la ciudad es un testamento de como envejecer con elegancia. Bélgica fue una vez la súper potencia de Europa y ese orgullo nacional se refleja todavía en su imponente ayuntamiento y los palacios reales. Pero con su nueva posición, más silenciosa, se ha acomodado sin problemas en el continente, casi como un general retirado que disfruta sobretodo sentado en la plaza y recordando días de gloria pasados. La atención puesta en su preservación y la paz relativa han hecho que la gloria de Bélgica siga siendo admirada; y Bruselas es su escaparate. La ciudad se centra en torno a una fabulosa plaza de mercado rodeada por todos los lados de edificios palaciegos dorados que hacen levantar la cabeza y quitarse el sombrero. También hay muchos museos buenos en Bruselas: el Museo de Ciencias, con su exposición fascinante de dinosaurios, es especialmente cautivadora. Se puede acceder fácilmente a los extensos parques reales y merece la pena pasar por la escultura del Manneken Pis, solo para ver que vestimenta lleva puesta este curioso hijo de la ciudad. Bruselas evoca el romance lánguido de una era pasada. Disfruta de su cocina fina y sus cervezas afrutadas mientras te sumerges en el aura del mundo antiguo y disfrutarás de Bruselas como un ciudadano más.