Un centro chic de viejas costumbres
Si todas las ciudades de Italia fuesen hermanas, Florencia, Roma y Venecia te dejarían atónito con su apariencia, mientras que la espontánea y rústica Milán se quedaría escondida entre las sombras de su casco histórico, tal vez escuchando bajo un farol una buena ópera. Y obviamente, no es sencillo pertenecer a una familia italiana, pues el atractivo de Milán sería estelar en casi cualquier otra ciudad de otro país. No hay mejor distintivo de este signo que el Duomo, una elevada catedral gótica de Milán. Admirar este monumento y recorrer las profundidades de sus sombras es experimentar el espíritu de Milán, una combinación de labor, fortaleza, dedicación y belleza. Lo mismo podría decirse del teatro de ópera La Scala, en donde cada función se toma con tal seriedad que una mala actuación es motivo de revuelo. Pero la mayor admiración recae en la moda de Milán. Aquellos que busquen lo último en diseño de modas no quedarán desilusionados. Disfruta de unos días aquí visitando los museos de arte y las tiendas chic, y luego en la noche, déjate llevar por el movimiento de su vida nocturna. La escena social de Milán se compara a la de cualquier otro centro creativo: impredecible pero jovial. Olvida la noción superflua de cómo una gran ciudad italiana debería ser y encontrarás en Milán una chica interesante, --definitivamente hermosa a su manera.